miércoles, 17 de abril de 2013

Protestas de los Venezolanos por resultados electorales

Nos llega desde Lima - Perú, esta foto de las protestas de los Venezolanos por los resultados electorales



Foto de:María Gabriela Yejo
Reseña: Les paso una foto de hoy en Lima en el Parque Kennedy de Miraflores

Protestas de Venezolanos por resultados electoraes




Un grupo de venezolanos que residen en Australia, realizaron este miércoles una protesta pacífica frente al Citi Hall, en la ciudad de Brishane, al noreste del país, con el fin de manifestar su descontento con los resultados obtenidos en la reciente elección presidencial en Venezuela, efectuada el domingo 14 de abril.

Con pancartas en manos y algunas consignas, los venezolanos se unieron a las diversas manifestaciones que se han realizado dentro y fuera del país para solicitar al Consejo Nacional Electoral (CNE), realice el reconteo de los votos y las respectivas auditorías del 100% de las cajas de los escrutinios.


En diferentes ciudades del pais, se registran protestas por los resultados electorales.


viernes, 12 de abril de 2013

Entierro a la Cubana


Toda la familia en Cuba, se quedó
sorprendida cuando llegó de Miami un ataúd
con el cadáver de una tía muy querida. El
cuerpo estaba todo apretado en el cajón
con la cara aplastada contra el cristal de la
tapa. Al abrir el cajón, la familia encontró
una carta prendida a la ropa con una aguja
que decía:
Queridos papá y mamá:
Estoy enviando el cuerpo de Tía Jimena,
para que hagan el entierro en Cuba, tal
como ella quería, disculpen por no poder
acompañarla, pero los gastos fueron muchos
con todas las cosas que aprovechando las
circunstancias, les estoy enviando.
Debajo de la tía encontrarán:
12 latas de atún "Bumble Bee"
12 botellas de acondicionador
12 de Shampoo Pantene anticaspa
12 frascos de Vaselina Intensive Care
(muy bueno para la piel, ojo no sirve para cocinar)
12 tubos de crema dental Colgate
12 cepillos de dientes
12 latas de frijoles Span (españolas, de las mejores)
4 latas de chorizo de verdad
Dividan con la familia (sin peleas !!)
En los píes de Tía Jimena están
un par de tenis Reebok nuevos
talla 9, son para Juan (pues con
el cadáver del tío Esteban no le
mandamos nada, y se quedó
enojado)
En su cabeza hay 4 pares de
calcetines nuevos para los hijos
de Antonio, son de colores
diferentes. De nuevo, por favor,
sin peleas!
Tía Jimena esta vestida con 15
sudaderas Ralph Laurent; una es para
Rembertito y las otras para sus hijos y
nietos.
Ella también lleva una docena de sostenes
Wonder Bra, dividan entre las mujeres,
igual que las 20 botellitas de esmalte
para uñas Revlon que están en las
esquinas del ataúd.
Tía también lleva puestos 9
pantalones Dockers y 3 jeans Levis,
Papá quédese con 3 y les regala los
otros a mis hermanos.
El reloj Seiko que Papá me pidió, lo
lleva puesto en la muñeca izquierda;
también usa los aretes, pulseras y
anillos que Mamá quería y me pidió.
La cadena en el cuello es para mi prima
Carlota; los 8 pares de Medias Channel
son para repartir con mis amigas y
vecinas, o si quieren pueden venderlas,
por favor, no las den baratas, que son
de las caras.
La dentadura que le pusimos es para la
Abuela que hace años está sin dientes y
no puede masticar (con estos dientes
va a poder comer pan sin antes mojarlo
en el café)
Los lentes bifocales son para Alfredo,
pues son del mismo grado que él usa;
también es de él, la gorra de los
Orioles que lleva puesta.
Los aparatos para la sordera que usa
tía, son para la tía Carola; no son
exactamente los que necesita,porque
son de segunda mano, los nuevos están
carísimos.
Los ojos de tía tienen lentes de
contacto; quítenselos que son de
Marcela, se los debía desde sus 15
años.
En los dedos de los pies, van los anillos
de oro para el casamiento de Josefina,
para que esté hermosa ese día.
Espero que nadie se queje esta vez, no
le cuenten a nadie todo esto y sáquenlo
rápido, antes de comenzar a velar el
cadáver.
Con mucho amor su hija, María Dolores.
P.D.: Por favor consigan ropa vieja para vestir a
tía Jimena para el entierro y manden decir una
Misa para el descanso de su alma,
pues ella les ayudó hasta después de muerta.
Como verán el cajón es de muy buena madera; no
agarra termitas, desháganlo y hagan las patas de
la cama de Mamá y cómprenle un cajón de los
baratos, pues a ella le gustaban las cosas
sencillas. Saquen el cristal de la tapa y arreglen
el portarretratos de la abuela que está roto hace
años; una bolsa plástica será suficiente para
volverlo a arreglar.
Con el forro del cajón, que es de satín
blanco de 20 dólares la yarda, Josefina
se puede hacer su vestido de novia.
Ahh, para terminar sólo dos cosas más:
primera:
no dejen que toda esa alegría les olvide
vestir a la tía para el entierro.
Segunda:
con la Muerte de tía Jimena, la tía
Blanca se quedó muy triste y enferma
así que creo que pronto les estaré
mandando más cositas.

jueves, 11 de abril de 2013

Vuelta a la Patria Perez Bonalde


VUELTA A LA PATRIA
I
¡Tierra! grita en la prora el navegante
y confusa y distante,
una línea indecisa
entre brumas y ondas se divisa.
Poco a poco del seno
destacándose va del horizonte,
sobre el éter sereno
la cumbre azul de un monte;
y así como el bajel se va acercando,
va extendiéndose el cerro
y unas formas extrañas va tomando;
formas que he visto cuando
soñaba con la dicha en mi destierro.
Ya la vista columbra
las riberas bordadas de palmeras,
y una brisa cargada con la esencia
de violetas silvestres y azahares,
en mi memoria alumbra
el recuerdo feliz de mi inocencia,
cuando pobre de años y pesares
y rico de ilusiones y alegría,
bajo las palmas retozar solía
oyendo el arrullar de las palomas,
bebiendo luz y respirando aromas
Hay algo en esos rayos brilladores
que juegan por la atmósfera azulada,
que me hablan de ternuras y de amores
de una dicha pasada
y el viento al suspirar entre las cuerdas,
parece que me dice “¿no te acuerdas?”…
Ese cielo, ese mar, esos cocales,
ese monte que dora
el sol de las regiones tropicales…
¡Luz! ¡Luz al fin! –los reconozco ahora:
son ellos, son los mismos de mi infancia,
y esas playas que al sol del mediodía
brillan a la distancia,
¡Oh inefable alegría!
son las riberas de la patria mía!.
Ya muerde el fondo de la mar hirviente
del ancla el férreo diente;
ya se acercan los botes desplegando
al aire puro y blando
la enseña tricolor del pueblo mío
¡a tierra! ¡a tierra! o la emoción me ahoga,
o se adueña de mí el desvarío!
Llevado en alas de mi ardiente anhelo,
me lanzo presuroso al barquichuelo
que a las riberas del hogar me invita.
Todo es grata armonía; los suspiros
de la onda de zafir que el remo agita;
de las marinas aves
los caprichosos giros;
y las notas suaves, y el timbre lisonjero,
y la magia que toma
hasta en labios del tosco marinero
el dulce son de mi nativo idioma.
¡Volad, volad veloces,
ondas, aves y voces!
Id a la tierra donde el alma tengo
y decidle que vengo
a reposar, cansado caminante,
del hogar a la sombra un solo instante;
decidle que en mi anhelo, en mi delirio
por llegar a la orilla, el pecho siente
dulcísimo martirio;
decidle, en fin que mientras estuvo ausente
ni un día, ni un instante hela olvidado,
y llevadle este beso que os confío,
tributo alentado
que desde el fondo de mi ser le envío.
¡Boga, boga, remero; así… llegamos!
¡Oh emoción hasta ahora no sentida!
¡ya piso el santo suelo en que probamos
El almíbar primero de la vida!
Tras ese monte azul cuya alta cumbre
lanza reto de orgullo
al zafir de los cielos,
está el pueblo gentil donde al arrullo
del maternal amor rasgué los velos
que me ocultaban la primera lumbre.
¡En marcha, en marcha, postillón, agita
el látigo inclemente!
y a más andar, el carro diligente
por la orilla del mar se precipita.
No hay peña ni ensenada que en mi mente
no venga a despertar una memoria,
ni hay ola que en la arena humedecida
no escriba con espuma alguna historia
de los alegres tiempos de mi vida,
Todo me habla de sueños y cantares,
de paz, de amor y de tranquilos bienes,
y el aura fugitiva de los mares
que viene, leda, a acariciar mis sienes,
me susurra al oído
con misterioso acento: “Bienvenido”.
Allá van los humildes pescadores
las redes a tender sobre la arena;
dichosos que no sienten los dolores
ni la punzante pena
de los que lejos de la patria lloran;
infelices que ignoran
la insondable alegría
de los que tristes del hogar se fueron
y luego ansiosos, al hogar volvieron.
Son los mismos que un día,
siendo niño admiraba yo en la playa,
pensando, en mi inocencia
que era la humana ciencia,
la ciencia de pescar con la atarraya.
Bien os recuerdo, humildes pescadores,
aunque no a mí vosotros, que en la ausencia
los años me han cambiado y los dolores.
Ya ocultándose va tras un recodo
que hace el camino, el mar, hasta que todo
al fin desaparece.
Ya no hay más que montañas y horizontes,
y el pecho se estremece
al respirar cargado de recuerdos,
el aire puro de los patrios montes.
De los frescos y límpidos raudales
el murmurio apacible;

de mis canoras aves tropicales
el melodiosos trino que resbala
por las ondas del éter invisible;
los perfumados hálitos que exhala
el cáliz áureo y blando
de las humildes flores del barranco;
todo a soñar convida,
y con suave empeño
se apodera del alma enternecida
la indefinible vaguedad de un sueño.
Y rueda el coche, y detrás del las horas
deslízanse ligeras
sin yo sentir, que el pensamiento mío
viaja por el país de las quimeras
y sólo hallan mis ojos sin mirada
los incoloros senos del vacío…
De pronto, al descender de una hondonada,
“¡Caracas, allí está!” dice el auriga,
y súbito el espíritu despierta
ante la dicha cierta
de ver la tierra amiga.
Caracas, allí está; sus techos rojos,
su blanca torre, sus azules lomas
y sus bandas de tímidas palomas
hacen nublar de lágrimas mis ojos.
Caracas, allí está; vedla tendida
a las faldas del Ávila empinado,
odalisca rendida
a los pies del sultán enamorado.
Hay fiesta en el espacio y la campiña,
fiesta de paz y amores:
acarician los vientos la montaña;
del bosque los alados trovadores
su dulce canturía
dejan oír en la alameda umbría;
los menudos insectos en las flores
a los dorados pistilos se abrazan;
besa el aura amorosa al manso Guaire,
y con los rayos de la luz se enlazan
los impalpables átomos del aire.
¡Apura, apura, postillón, Agita
el látigo inclemente!
¡Al hogar, al hogar, que ya palpita
por él mi corazón… ¡mas, no –detente!
¡Oh infinita aflicción! ¡Oh desdichado
de mí, que en mi soñar hube olvidado
que ya no tengo hogar!... Para, cochero,
tomemos cada cual nuestro camino;
tú, al techo lisonjero
do te aguarda la madre, el ser divino
que es de la vida centro y alegría,
y yo … yo al cementerio
donde tengo la mía.
¡Oh insondable misterio
que trueca el gozo en lágrimas ardientes!
¿En dónde está, Señor, esa tu santa
infinita bondad, que así consientes
junto a tanto placer, tristeza tanta?
------------------------
II
Madre, aquí estoy; de mi destierro vengo
a darte con el alma el mudo abrazo
que no te pude dar en tu agonía;
a desahogar en tu glacial regazo
la pena aguda que en el pecho tengo
y a darte cuenta de la ausencia mía.
Madre, aquí estoy; en alas del destino
me alejé de tu lado una mañana
en pos de la fortuna
que para ti soñé desde la cuna;
mas, ¡oh suerte inhumana!
Hoy vuelvo, fatigado peregrino,
y sólo traigo que ofrecerte pueda
esta flor amarilla del camino
y este resto de llanto que me queda.
Bien recuerdo aquel día,
que el tiempo en mi memoria no ha borrado;
era de Marzo una mañana fría
y cerraba los cielos el nublado.
Tú en el lecho aún estabas,
triste y enferma y sumergida en duelo,
que con alma de madre contemplabas
el hondo desconsuelo
de verme separar de tu regazo.
Llegó la hora despiadada y fiera,
y con el pecho herido
por dolor hasta entonces no sentido,
fui a darte, madre, mi postrer abrazo
y a recibir tu bendición postrera.
¡Quién entonces pensara
que aquella voz angelical en mi oído
nunca más resonara!
Tú, dulce madre, tú, cuando infelice,
dijiste al estrecharme contra el pecho:
“Tengo un presentimiento que me dice
que no he de verte más bajo este techo”.
Con supremo esfuerzo desliguéme
de los amantes lazos
que me formaban en redor tus brazos,
y fuera me lancé como quien teme
morir de sentimiento…
¡Oh terrible momento!
Yo fuerte me juzgaba,
mas, cuando fuera me encontré y aislado,
el vértigo sentí de pajarillo
que en la jaula criado,
se ve de pronto en la extensión perdido
de las etéreas salas,
sin saber dónde encontrará otro nido
ni a dónde, torpes, dirigir sus alas.
Desató el sollozar el nudo estrecho
que ahogaba el corazón en su quebranto,
y se deshizo en llanto
la tempestad que me agitaba el pecho.
Después, la nave me llevó a los mares,
y llegamos al fin, un triste día
a una tierra muy lejos de la mía,
donde en vez de perfumes y cantares,
en vez de cielo azul y verdes palmas,
hallé nieblas y ábregos, y un frío
que helaba los espacios y las almas.
Mucho, madre, sufrí con pecho fuerte,
mas suavizaba el sufrimiento impío
la esperanza de verte
un tiempo no lejano al lado mío.
¡Ay del mortal que ciego
confía su ventura a la esperanza!...
La ley universal cumplióse luego,
y vi en el alma presta,
la mía disiparse
cual mira en lontananza
torcer el rumbo en dirección opuesta
el náufrago al bajel que vio acercarse.
Bien recuerdo aquel día

que el tiempo en mi memoria no ha borrado
era de Marzo otra mañana fría
y los cielos cerraban otro nublado.
Triste, enfermo y sin calma,
en ti pensaba yo cuando me dieron
la noticia fatal que hirió mi alma,
lo que sentí decirlo no sabría…
sólo sé que mis lágrimas corrieron
como corren ahora, madre mía.
Después al mundo me lancé, agitado,
y atravesé océanos y torrentes,
y recorrí cien pueblos diferentes;
tenue vapor del huracán llevado,
alga sin rumbo que la mar flagela,
viento que pasa, pájaro que vuela.
Mucho, madre. He adquirido
mucha experiencia y muchos desengaños,
y también he perdido
toda la fe de is primeros años.
¡Feliz quien como tú ya en esta vida
no tiene que luchar contra la suerte
y puede reposar en la seguida,
inalterable calma de la muerte;
sin ver ni padecer el mal eterno
que nos hiere doquier con saña cruda,
ni llevar en el pecho el frío interno
de la indomable duda!.
¡Feliz quien como tú, con altiveza
reclinó para siempre la cabeza
sobre los lauros del deber cumplido,
cual la reclina, por la muerte herido,
tras el combate rudo
risueño, el gladiador sobre su escudo!.
Esa, madre, es tu gloria
y la alta recompensa de tu historia,
que el premio solo del deber sagrado
que impone el cristianismo
está en el hecho mismo
de haberlo practicado.
Madre, voy a partir: mas parto en clama
y sin decirte adiós, que eternamente
me habrás de acompañar en esta vida;
tú hs muerto para el mundo indiferente,
mas nunca morirás, madre del alma,
para el hijo infeliz que no te olvida.
Y fuera el paso muevo,
y desde su alto y celestial palacio,
su brillo siempre nuevo
derrama el sol cerúleo espacio…
Ya lejos de los tumultos me encuentro,
ya me retiro solitario y triste;
mas ¡ay! ¿a dónde voy? si ya no existe
de hogar y madre el venturoso centro? …
¿a dónde ---¡a la corriente de la vida,
a luchar con las ondas brazo a brazo,
hasta caer en su mortal regazo
con alma en paz y con la frente erguida!.